Bendito eres tú, Señor, Dios nuestro, Rey del universo, que cada día nos transformas con el poder de tu Espíritu.
*En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes.* 1 Pedro 3:8
Al salir el pueblo de Israel de Egipto, tuvieron una liberación física, ya no debían considerarse propiedad del Faraón sino hijos de Dios, mientras caminaban hacia el Sinaí, recordaban que el Señor fue quien los formó tiernamente, les dio vida y los multiplicó en gran manera.
Esta celebración de la libertad física no culminaba con la salida de Egipto, era necesario que pudiesen alcanzar la liberación espiritual para ser verdaderamente libres, y ello ocurrió cuando recibieron los mandamientos de Dios en el Sinaí.
Cada día, debemos reflexionar y también resaltar un aspecto positivo que hayas alcanzado con la ayuda de Dios, con tu esfuerzo y tu constancia. Hoy meditaremos sobre Compasión en Disciplina. No basta con amar a los demás, hay que mostrar compasión, interesarnos, colocarnos en el lugar del otro, eso forma parte de lo que es vivir verdaderamente en unidad.
La compasión deriva del amor incondicional, amas sin ninguna razón o interés, amas simplemente porque eres un reflejo de Dios. Para alcanzar este amor, es necesario ser constante, tener disciplina, ya que, ella encauzará tus fortalezas y méritos, eliminando tus aspectos negativos.
Eso lo podemos entender más claramente, si analizamos el concepto de disciplina: “Conjunto de reglas o normas cuyo cumplimiento de manera constante conducen a cierto resultado.” Sin embargo, la pregunta para meditar, es si tu disciplina y tu disposición por cumplir las normas están impregnadas de compasión, si no es así, pídele al Espíritu de Dios que te ayude a incluir la compasión en todos los aspectos de tu vida.
"Que el Eterno te bendiga y te preserve; que el Eterno ilumine Su rostro hacia ti y te otorgue gracia; que el Eterno eleve Su rostro hacia ti y ponga paz en ti."
*Familia Ramírez Acosta*
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