Bendito eres tú, Señor, Dios nuestro, Rey del universo, que, si soy constante, obtendré el premio mayor.
*He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida.* 2 Timoteo 4:7-8
Si eres de los que ha participado en una carrera o competencia deportiva, o, conoces a alguien que lo haya hecho, sabrás todo lo que está detrás de ese corto tiempo de competencia. Días de sacrificio, entrenamiento, constancia, sufrimiento y dolor.
Mientras otras personas descasan y tienen un momento de entretenimiento, la persona que entrena está concentrado en cumplir y lograr su objetivo. Todo cuanto realiza es en función de obtener el premio, su alimentación, el descanso, abstenerse de lo que pueda dañarlo, sus pensamientos y el ejercicio.
Cuando es el momento de participar en la competencia, se siente confiado porque sabe que entrenó para ganar. Lo triste en las competencias terrenales, es que solo una persona se lleva el premio mayor, algunos obtienen otros premios, y muchos no reciben nada.
Nosotros estamos entrenando para el futuro y al igual que los que compiten en una especialidad deportiva, debemos ser constante, no descuidar el entrenamiento ni dejarnos llevar por los que no tienen propósitos elevados ni objetivos claros.
La buena noticia es que ya podemos sentirnos ganadores y avanzar con confianza, porque por la gracia de Jesús todos tenemos la oportunidad de recibir el premio que nos dará el Señor Juez justo, todo el que corra esa carrera debe sentirse ganador.
"Que el Eterno te bendiga y te preserve; que el Eterno ilumine Su rostro hacia ti y te otorgue gracia; que el Eterno eleve Su rostro hacia ti y ponga paz en ti."
*Familia Ramírez Acosta*
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