Sea su gran Nombre bendecido para siempre y por toda la eternidad. Bendito y alabado, glorificado, ensalzado y enaltecido, honrado, adorado y loado sea el Nombre Santo, bendito sea.
*Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre.* Salmos 100:4 NVI
Adán y Eva desde que fueron creados, estuvieron en la presencia de Dios, conversaban tranquilamente con él, disfrutaban de su compañía y del aprendizaje que le brindaba. Cuando pecaron perdieron esa relación cara a cara; para ellos, esta conexión íntima y personal era parte de su existencia.
Luego del pecado, Adán y Eva quedaron en una gran oscuridad. Imagino que el primer sábado debió ser verdaderamente significativo y especial, ese día volvieron a ver la luz de Dios y sentir su presencia, esa luz los envolvió y los llenó nuevamente de alegría y gozo, el mismo que habían experimentado desde el principio.
Cada sábado para ellos era único y maravilloso, durante toda la semana lo esperaban, y seguramente recordaban y meditaban en lo que habían hablado el sábado anterior con el Señor. Cada vez que llegaba ese día santo, Adán y su familia entraban en su presencia con agradecimiento.
Vivimos en un mundo de pecado y maldad, sin embargo, cada sábado al igual que nuestros primeros padres, podemos entrar en su santo templo con gratitud y alabanza, permitiendo que su luz nos envuelva y nos inunde de paz. Que cada momento que estés en medio del dolor y sufrimiento sea una oportunidad para anhelar estar en su presencia, muy pronto no tendrás que separarte más de tu amado Creador.
"Que el Eterno te bendiga y te preserve; que el Eterno ilumine Su rostro hacia ti y te otorgue gracia; que el Eterno eleve Su rostro hacia ti y ponga paz en ti."
*Familia Ramírez Acosta*
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