Bendito eres tú, Señor, Dios nuestro, Rey del universo, que tu grandeza, poder y dominio son realmente asombros.
*De ti proceden la riqueza y el honor; tú lo gobiernas todo. En tus manos están la fuerza y el poder, y eres tú quien engrandece y fortalece a todos.* 1 Crónicas 29:12
Cuando vemos algo realmente grande como puede ser un huracán, una avalancha, un volcán, las grandes olas del mar, una majestuosa montaña, un inmenso árbol, nuestro planeta tierra en relación con otros planetas del sistema solar, o la ocupación que tenemos en el vasto universo, pareciera que de pronto nos sentimos muy pequeños e indefensos.
A pesar de la grandeza de la naturaleza, en oportunidades el ser humano se puede creer superior, sentirse orgulloso del conocimiento, la posición social, el poder adquirido en este mundo, la influencia que tiene sobre otros y tantas cosas más, que olvida que el realmente grande y poderoso es el Creador del universo quien está en control de todo.
Lo que hoy puede llenarnos de asombro por su belleza o majestuosidad también fue creado por el poder de su palabra. Cuando Moisés se acercó para ver la zarza arder y no consumirse, su asombro lo llevó a tener un encuentro especial con el Creador, igualmente el pueblo de Israel tuvo la oportunidad de ver hechos únicos e irrepetibles de la naturaleza que transformaron su vida.
Por su parte, muchos otros fueron testigos de estos mismos acontecimientos y en lugar de humillarse ante Dios, endurecieron su corazón. Mientras Jesús estuvo en la tierra fue igual, una gran multitud fue testigo de grandes milagros, sin embargo, cada uno decidió cómo reaccionar a lo que estaban viendo sus ojos.
Que cada evento que llene tu ser de asombro sea una oportunidad para acercarte al Creador y agradecerle por su grandeza.
"Que el Eterno te bendiga y te preserve; que el Eterno ilumine Su rostro hacia ti y te otorgue gracia; que el Eterno eleve Su rostro hacia ti y ponga paz en ti."
*Familia Ramírez Acosta*
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