Bendito eres tú, Señor, Dios nuestro, Rey del universo, porque me liberaste de la esclavitud del pecado.
*Por lo tanto, dile al pueblo de Israel: “Yo soy el Señor. Te libertaré de la opresión que sufres y te rescataré de tu esclavitud en Egipto. Te redimiré con mi brazo poderoso y con grandes actos de juicio. Te tomaré como pueblo mío y seré tu Dios. Entonces sabrás que yo soy el Señor tu Dios, quien te ha librado de la opresión de Egipto. Te llevaré a la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob; te la daré a ti como tu posesión exclusiva. ¡Yo soy el Señor!”.* Éxodo 6:6-8 NTV
Cuando pensamos en esclavitud, lo primero que viene a nuestra mente es una persona que pertenece a otra y no tiene oportunidad de realizar nada por su cuenta. El Faraón era dueño de todo su reino, eso lo recordamos desde el momento en que José durante los siete años de hambre, le proveía al pueblo de Egipto, alimentos, a cambio de sus animales, propiedades e incluso, de sus propias vidas.
El pueblo de Israel, vivía en sus casas, asistían a espectáculos públicos, formaban familias, aún tenían sus propios rebaños y dentro de la cultura egipcia, mantenían su propia cultura; la gran mayoría trabajaban para las obras de construcción del Faraón, es decir, eran empleados públicos.
Si analizamos profundamente estos hechos, nos daremos cuenta, que, de acuerdo a nuestra visión actual, nada de esto sería posible en una condición de esclavos.
Antes del llamamiento de Moisés, se podía ver como la cultura y las costumbres egipcias poco a poco se iban haciendo parte del pueblo de Dios. Usaban sus vestimentas hebreas y muchos mantenían el idioma hebreo, pero los lugares a los cuales asistían y los compromisos adquiridos con esa cultura cada vez los alejaba más del propósito para el cual fueron llamados.
Egipto simboliza maldad y oscuridad espiritual. Dios quería liberar a su pueblo del pecado, de la maldad y de la oscuridad espiritual y que se volvieran a él.
Hoy Egipto puede estar a la vuelta de la esquina, las costumbres de este mundo, el querer sentirnos parte de algo, los compromisos laborales y sociales, llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno, cambiar nuestro lenguaje santo por palabras llenas de odio y maldad, aparentar santidad en ciertos lugares y momentos, pero no permitirle al Espíritu de Dios que nos transforme y nos haga cada vez más semejante a Jesús para ser un testimonio vivo y un reflejo del carácter amoroso de Dios.
En esta semana de pesaj, puedes agradecer a Dios por su sacrificio que te otorga perdón y oportunidad de salvación, también es oportuno pedirle que con su poder te libere del Egipto que aun te ata a este mundo y te lleve a un lugar abierto donde él mismo pueda guiarte hasta la Canaán celestial.
"Que el Eterno te bendiga y te preserve; que el Eterno ilumine Su rostro hacia ti y te otorgue gracia; que el Eterno eleve Su rostro hacia ti y ponga paz en ti."
*Familia Ramírez Acosta*
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